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16/10/12

Simone de Beauvoir - La sangre de los otros



La sangre de los otros (1945)
Simone de Beauvoir (París, 1908 - 1986)

Estabas en mis brazos, y mi corazón me ahogaba a causa de esos cobardes rumores de fiesta y porque te mentía. Aplastado por esas cosas que existían a pesar de mí y de las cuales sólo me separaba mi angustia. Ya no queda nada. Sobre esta cama, nadie, delante de mí, un abismo de nada. Y la angustia estalla, sola en la vida, más allá de las cosas desvanecidas. Estoy solo. Soy esta angustia que existe sola, a pesar de mí; me confundo con esta existencia ciega. A pesar de mí, y sin embargo, brotando de mí mismo. Rehúso existir. Decido. Existo. Habrá una aurora.

23/9/12

La última alegría - Knut Hamsun




La última alegría (1912)
La trilogía del vagabundo (1906-1912)
Knut Hamsun (Noruega 1859 - 1952)

  Ahora he venido a vivir a los bosques. No es que esté disgustado ni que la maldad humana me haya ofendido; pero como los bosques no vienen a mí, yo tengo que ir a ellos. Así es.
  Esta vez no he salido de criado o vagabundo. Tengo mucho dinero y estoy muy bien alimentado, y no me hacen falta éxitos ni fortuna, ¿entiendes? He abandonado el mundo como un sultán abandona ricos manjares, harén y flores, para revestirse con el cilicio.
  Podría decir aún más cosas. Porque voy a caminar por aquí y voy a pensar y a consumir en el fuego grandes hierros. Nietzsche seguramente habría dicho: «La última palabra que
dirigí a los hombres logró su aprobación, los hombres asintieron con la cabeza. Fue mi última palabra, me marché a los bosques. Porque entonces comprendí que había algo deshonesto o algo estúpido...».
  No dije nada, pero me marché a los bosques

[...]

  “¿Pero es vida eso?”
  Te has expresado mal. Ésta es una vida que tú no puedes comprender. Tú tienes tu casa en la ciudad, sí, y la tienes adornada con figuras, y cuadros y libros; pero además tienes mujer, y criadas, y mil gastos. Cuando velas y cuando duermes estás preocupado con estas cosas, y nunca estás tranquilo. Quédate con tus bienes espirituales, el arte, los libros y los periódicos. Quédate también con el café y con el whisky, que por cierto siempre me hace daño. Yo ando a través de los bosques, y me va bien. Si me haces preguntas espirituales, y quieres confundirme, te contestaré que Dios es el origen y los hombres son puntitos y fibras del Universo. Tú tampoco sabes nada. Pero, si te obstinas y me preguntas qué es la eternidad, te contestaré, puesto que también he llegado a la misma conclusión que tú, que la eternidad no es más que tiempo aún no creado.
  Amiguito, ven aquí que voy a sacar un espejo del bolsillo para relflejarte el sol en la cara e iluminarte.

  Te quedas en la cama hasta las diez o las once, y todavía estás cansado y mustio cuando te levantas. Parece que te estoy viendo, cuando sales a la calle, parpadeando, porque la mañana ha amanecido demasiado pronto para tus ojos. Yo me levanto a las cinco y estoy del todo descansado. Afuera aún está oscuro; sin embargo, hay muchas cosas que observar: luna, estrellas, nubes y señales del tiempo que va a hacer muchas horas más tarde. ¿Cómo silba el viento? ¿Y cómo se quiebra el hielo del lago Glimma, con ruido seco y ligero, o profundo y largo? Percibo señales maravillosas, y cuando se hace de día añado los signos visibles a los audibles, y cada vez sé más cosas.

19/9/12

Beloved - Toni Morrison



Beloved (1987)
Toni Morrison (USA, 1931)



Muy pocos habían muerto en la cama, como Baby Suggs, y ninguno que él hubiera conocido —ni siquiera Baby— había vivido una vida vivible. Incluida la gente de color muy educada: los que habían ido mucho tiempo a la escuela, los doctores, los maestros, los que escribían en los periódicos y los hombres de negocios también habían sufrido un riguroso calvario. Además de tener que usar la cabeza para salir adelante, cargaban con el peso de toda la raza. Se necesitan dos cabezas para eso. Los blancos creían que al margen de su educación y sus modales, debajo de toda piel oscura había una selva. Veloces aguas innavegables, babuinos oscilantes y chillones, serpientes dormidas, encías rojas a la espera de su dulce sangre blanca. Y en cierto sentido, pensaba Stamp Paid, tenían razón. Cuanto más se esforzaba la gente de color por convencerlos de lo buenos que eran, de lo inteligentes y cariñosos, de lo humanos que eran, cuanto más se esforzaban los negros en persuadir a los blancos de algo que a sus ojos estaba fuera de toda duda, más profunda e intrincada crecía la selva en su interior. Pero no era la selva que los negros habían llevado consigo a este lugar desde el otro (vivible). Era la selva que los blancos plantaban en ellos. Y crecía. Se extendía. En, a través y después de la vida, se extendía hasta invadir a los blancos que la habían plantado. Les tocaba uno a uno. Los cambiaba y alteraba. Los volvía sanguinarios, tontos, peores aún de lo que querían ser, tan asustados estaban de la selva que habían plantado. El babuino chillón vivía bajo su propia piel blanca, las encías rojas eran sus encías.



17/9/12

Pan - Knut Hamsun



Pan (1894)
Knut Hamsun (Noruega 1859 - 1952)

  Noche de verano, mar apacible, silencio infinito sobre el bosque y el mar; seres y cosas parecen dormir o meditar más bien; ninguna voz, ningún grito, ningún paso turba la quietud; solo mi corazón golpea con jubiloso ritmo, cual si hubiese bebido un vino generoso.
  Algunos insectos penetran por la ventana, atraídos por la luz y el aroma del asado, y su bordoneo torpe va tan pronto a las vigas del techo como a mi: calabaza de pólvora, llenándome los oídos y comunicándome su temblor. Son menudos, ágiles, bulliciosos; parecen pensamientos escapados de una cabeza loca.
  Después de comer salgo a la puerta a escuchar el silencio. Miriadas de luciérnagas ponen en el aire una claridad lentísima; las hierbas y las flores tienen movimientos lentísimos; se siente vivir a las cosas mudas; un arbusto florece, y en la noche es algo maravilloso el nacimiento de aquella flor modesta, hacia la cual va mi ternura, casi segura de ser correspondida... ¡Gracias, Dios mío, por todas las flores que me has permitido ver en el mundo! ¡No por las flores lozanas y presuntuosas de los jardines, sino por las flores humildes, que son el ornato del bosque: por esta florecilla violeta, por esta campanilla azul tan tenue, por estos clavelillos salvajes que dan generosamente su perfume, por estas flores anchas, blancas y castas, que ahora se abren en el silencio con un temblor de cálices, que me hace pensar que, en pago de mi amor, me has permitido verlas respirar... Insectos golosos van de unas a otras, haciéndolas agitarse, a modo de pétalos embriagados y vivos... De pronto siento pasos rápidos, un aliento cálido que me envuelve, un alegre "buenas noches", y heme aquí de rodillas, besando, lleno de gratitud, los piececitos que me han traído la querida imagen y el borde del vestido que la envuelve...
  -Buenas noches, Eduarda... ¡Eduarda mía!
  Así murmuro una y otra vez, y ella, convencida por la elocuencia de ese homenaje, que no logra expresarse en palabras, me dice:
  -¡Cuánto me quieres!
  -Te quiero más que a todo, más que a todos, y mi cariño se transforma continuamente en gratitud... Me sirves como piedra de toque para apreciar las bellezas del mundo... A veces, sólo con pensar en ti, con pensar que mi boca te ha besado, me ruborizo de orgullo.
  -Pero esta noche me parece que me quieres todavía más.
  Tiene razón; siempre la quiero más. ¡Oh, el poder magnético de su mirar bajo las arqueadas pestañas, el atractivo de su piel tan dulce a los labios!
  -Amo en ti todas las cosas, Eduarda; eres para mí un espejo donde las cosas feas se oscurecen y las otras se perfeccionan. Cuando estoy solo, doy gracias a los árboles, a las flores, al viento, por tu belleza y por tu salud. Cualquier accidente nefasto y fácil habría hecho que fueras diferente... Una noche, en un baile, vi a una muchacha desconocida permanecer sentada, en silencio, mientras todas se abandonaban al torbellino alegre del vals. Su cara melancólica me impresionó, y me acerqué a invitarla; pero ella movió la cabeza denegando. "¿Es posible que no le guste bailar?", le dije. "Ya ve usted -repuso-, mi madre era una mujer admirable de belleza, mi padre era también un hombre sano; se amaron apasionadamente, y... "¡yo soy coja de nacimiento!"
  -Sentémonos- me dice Eduarda.
  Nos sentamos sobre el césped, y de súbito exclama:
  -¿Sabes lo que me ha dicho una de mis amigas de ti? Que tienes pupilas de fiera y que con sólo mirarla la haces ruborizar... Que tu mirada le parece un contacto.


16/6/12

A la degradación de Europa - Espronceda


José de Espronceda (Almendralejo, 1808 - Madrid, 1842)


A la degradación de Europa (1841)


[...]

Miseria y avidez, dinero y prosa, 
en vil mercado convertido el mundo, 

los arranques del alma generosa 
poniendo a precio inmundo; 
cuando tu suerte y esplendor preside 
un mercader que con su vara mide 
el genio y la virtud, mísera Europa 
y entre el lienzo vulgar que bordó de oro, 
muerto tu antiguo lustre y tu decoro, 
como a un cadáver fétido te arropa; 
cuando a los ojos blanqueada tumba 
centro es tu corazón de podredumbre, 
cuando la voz en ti ya retumba, 
vieja Europa, del héroe ni el profeta, 
ni en tí refleja su encantada lumbre 
el audaz entusiasmo del poeta; 
yerta tu alma y sordos tus oídos, 
con prosaico afanar en tu miseria, 
arrastrando en el lodo tu materia, 
sólo abiertos al lucro tus sentidos, 
¿quién te despertará? ¿qué nuevo acento, 
cual la trompeta del extremo día, 
dará a tu inerto cuerpo movimiento, 
y entusiasmo a tu alma y lozanía?

[...]

Poema completo en: http://goo.gl/TzinP
También conocido bajo el título de: A la traslación de las cenizas de Napoleón

30/5/12

¿De qué se rie? - Mario Benedetti



Mario Benedetti


¿De qué se rie?



[...]

aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse

los estudiantes
y los obreros
ponen los puntos
sobre las íes

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países

ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles

cómo traicionan
el patrimonio
mientras el gringo
nos cobra el triple

cómo traicionan
usté y los otros
los adulones
y los seniles

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

[...]


23/5/12

Henry Miller: Cartas a Anaïs Nin


Henry Miller (New York, 1896 - California, 1980)
Cartas a Anaïs Nin



[...]
También comprendí que los problemas vitales son muy limitados, que eso es una pena, que la función de un artista es la de acrecentar esos problemas, causar cataclismos mentales, hacer que la gente se vuelva arisca y libre, de modo que haya más dramas en sus vidas, más ventanas por donde mirar dentro, un resplandor rojizo más intenso para ver desde el tren. Vi que la única excusa que tenía para escribir era escribir algo tan perturbador, tan volcánico, que América o Europa no pudiesen seguir siendo las mismas después de ello... ¿y cómo hacerlo...? ¿Me esforzaba lo suficiente...? ¿lograría que todos llegaran a odiarme tanto? (Temor, sin duda, ante la idea de que mi primer libro no suscitara siquiera un poco de bullicio, de que fuera considerado 'entretenido' o solo 'risqué'.)

11/3/11

A él - Gertrudis Gómez de Avellaneda


Gertrudis Gómez de Avellaneda (Cuba, 1814 - 1873)


A Él

No existe lazo ya: todo está roto:
plúgole al cielo así: ¡bendito sea!
Amargo cáliz con placer agoto:
mi alma reposa al fin: nada desea.

Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos:
¡nunca, si fuere error, la verdad mire!
Que tantos años de amarguras llenos
trague el olvido: el corazón respire.

Lo has destrozado sin piedad: mi orgullo
una vez y otra vez pisaste insano...
Mas nunca el labio exhalará un murmullo
para acusar tu proceder tirano.

De graves faltas vengador terrible,
dócil llenaste tu misión: ¿lo ignoras?
No era tuyo el poder que irresistible
postró ante ti mis fuerzas vencedoras.

Quísolo Dios y fue: ¡gloria a su nombre!
Todo se terminó, recobro aliento:
¡Ángel de las venganzas!, ya eres hombre...
ni amor ni miedo al contemplarte siento.

Cayó tu cetro, se embotó tu espada...
Mas, ¡ay!, cuán triste libertad respiro...
Hice un mundo de ti, que hoy se anonada
y en honda y vasta soledad me miro.

¡Vive dichoso tú! Si en algún día
ves este adiós que te dirijo eterno,
sabe que aún tienes en el alma mía
generoso perdón, cariño tierno.

12/2/11

Aire Libre - Blas de Otero


Blas de Otero 
(Bilbao, 1916 - Madrid, 1979)


Aire libre

Si algo me gusta, es vivir.
Ver mi cuerpo en la calle,
hablar contigo como un camarada,
mirar escaparates
y, sobre todo, sonreír de lejos
a los árboles...

También me gustan los camiones grises
y muchísimo más los elefantes.
Besar tus pechos,
echarme en tu regazo y despeinarte,
tragar agua de mar como cerveza
amarga, espumeante.

Todo lo que sea salir
de casa, estornudar de tarde en tarde,
escupir contra el cielo de los tundras
y las medallas de los similares,
salir
de esta espaciosa y triste cárcel,
aligerar los ríos y los soles,
salir, salir al aire libre, al aire.


Imagen de Català-Roca
Galería de Arte Tiempos Modernos (Madrid)
Fuente: http://fotopaco.blogspot.com

3/2/11

Erlkönig: El rei dels verns - Goethe


Johann Wolfgang von Goethe
(Deutschland, 1749 - 1832)

Texte en Català, Français, Italiano y Español

Català
El Rei dels Verns

Qui cavalca en el vent, tard de la nit?
És el pare, al galop, amb el petit;
en braços l'agombola contra el cor,
per guardar-lo del fred l'estreny ben fort.

Per què t'amagues, fill, com espantat?
Pare, pare, no el veus, aquí, al costat,
el Rei dels Verns, amb corona i mantell?
És la boira, fill meu, que fa castell.

"Vine, bonic, no tinguis por de mi!
Sabem uns jocs encisadors, aquí;
a la riba les flors s'obren roents,
la mare té unes robes refulgents."

Pare, pare, de veres no sents res?
No saps, el Rei dels Verns, què m'ha promès?
Arrossega, fill meu, tant frenesí:
és el vent, que les fulles fa estremir.

"No vols acompanyar-me, dolç infant?
Les meves filles et festejaran;
elles, que a la nit menen balls rodons,
et bressaran amb danses i cançons."

Pare meu, pare meu, ¿no les veus, no,
les seves filles entre la foscor?
Fill meu, fill meu, ben clarament ho veig:
són uns salzes grisencs que mou l'oreig.

"T'estimo, la teva mirada em té embruixat;
vindràs per força, si no vols de grat."
Pare, pare, m'agafa, ja em té pres!
El Rei dels Verns m'ha fet un mal encès!

El pare, esgarrifat, va cavalcant
Als braços, li gemega el pobre infant
i fins que arriba a casa fa el cor fort:
entre els seus braços, l'infant era mort."


Français


Le roi des aulnes

Quel est ce chevalier qui file si tard dans la nuit et le vent ?
C'est le père avec son enfant ;
Il serre le petit garçon dans son bras,
Il le serre bien , il lui tient chaud.

« Mon fils, pourquoi caches-tu avec tant d'effroi ton visage ?
— Père, ne vois-tu pas le Roi des Aulnes ?
Le Roi des Aulnes avec sa traîne et sa couronne ?
— Mon fils, c'est un banc de brouillard.

— Cher enfant, viens, pars avec moi !
Je jouerai à de très beaux jeux avec toi,
Il y a de nombreuses fleurs de toutes les couleurs sur le rivage,
Et ma mère possède de nombreux habits d'or.

— Mon père, mon père, et n'entends-tu pas,
Ce que le Roi des Aulnes me promet à voix basse ?
— Sois calme, reste calme, mon enfant !
C'est le vent qui murmure dans les feuilles mortes.

— Veux-tu, gentil garçon, venir avec moi ?
Mes filles s'occuperont bien de toi
Mes filles mèneront la ronde toute la nuit,
Elles te berceront de leurs chants et de leurs danses.

— Mon père, mon père, et ne vois-tu pas là-bas
Les filles du Roi des Aulnes dans ce lieu sombre ?
— Mon fils, mon fils, je vois bien :
Ce sont les vieux saules qui paraissent si gris.

— Je t'aime, ton joli visage me charme,
Et si tu ne veux pas, j'utiliserai la force.
— Mon père, mon père, maintenant il m'empoigne !
Le Roi des Aulnes m'a fait mal ! »

Le père frissonne d'horreur, il galope à vive allure,
Il tient dans ses bras l'enfant gémissant,
Il arrive à grand-peine à son port ;
Dans ses bras l'enfant était mort.


Italiano


Le re degli elfi

Chi cavalca così tardi per la notte e il vento?
È il padre con il suo figlioletto;
se l'è stretto forte in braccio,
lo regge sicuro, lo tiene al caldo.

«Figlio, perché hai paura e il volto ti celi?»
«Non vedi, padre, il re degli Elfi?
Il re degli Elfi con la corona e lo strascico?»
«Figlio, è una lingua di nebbia, nient'altro.»

«Caro bambino, su, vieni con me!
Vedrai i bei giochi che farò con te;
tanti fiori ha la riva, di vari colori,
mia madre ha tante vesti d'oro».

«Padre mio, padre mio, la promessa non senti,
che mi sussurra il re degli Elfi?»
«Stai buono, stai buono, è il vento, bambino mio,
tra le foglie secche, con il suo fruscio.»

«Bel fanciullo, vuoi venire con me?
Le mie figlie avranno cura di te.
Le mie figlie di notte guidano la danza
ti cullano, ballano, ti cantano la ninna-nanna».

«Padre mio, padre mio, in quel luogo tetro non vedi
laggiù le figlie del re degli Elfi?»
«Figlio mio, figlio mio, ogni cosa distinguo;
i vecchi salci hanno un chiarore grigio.»

«Ti amo, mi attrae la tua bella persona,
e se tu non vuoi, ricorro alla forza».
«Padre mio, padre mio, mi afferra in questo istante!
Il re degli Elfi mi ha fatto del male!»

Preso da orrore il padre veloce cavalca,
il bimbo che geme, stringe fra le sue braccia,
raggiunge il palazzo con stento e con sforzo,
nelle sue braccia il bambino era morto


Español
El rey de los elfos

¿Quién cabalga tan tarde a través del viento y la noche?
Es un padre con su hijo.
Tiene al pequeño en su brazo
Lo lleva seguro en su tibio regazo.

"Hijo mío ¿Por qué escondes tu rostro asustado?"
"¿No ves padre al Rey de los Elfos ?
¿El Rey de los Elfos con corona y manto?"
"Hijo mío es el rastro de la neblina."

"¡Dulce niño ven conmigo!
Jugaré maravillosos juegos contigo;
Muchas encantadoras flores están en la orilla,
Mi madre tiene muchas prendas doradas."

"Padre mío, padre mio ¿no oyes
Lo que el Rey de los Elfos me promete?"
"Calma, mantén la calma hijo mío;
El viento mueve las hojas secas. "

"¿No vienes conmigo buen niño?
Mis hijas te atenderán bien;
Mis hijas hacen su danza nocturna,
Y ellas te arrullarán y bailarán para que duermas."

"Padre mío, padre mío ¿no ves acaso ahí,
A las hijas del Rey de los Elfos en ese lugar oscuro?"
"Hijo mío, hijo mío, claro que lo veo:
Son los árboles de sauce grises."

"Te amo; me encanta tu hermosa figura;
Y si no haces caso usaré la fuerza."
"¡Padre mío, padre mío, ahora me toca!
¡El Rey de los Elfos me ha herido!"

El padre tiembla y cabalga mas aprisa,
Lleva al niño que gime en sus brazos,
Llega a la alquería con dificultad y urgencia;
En sus brazos el niño estaba muerto.

24/1/11

Relato - Blas de Otero


Blas de Otero 
(Bilbao, 1916 - Madrid, 1979)


Relato

Recuerdo. No recuerdo. El viento. El mar.
Un hombre al borde del cantil. El viento.
El mar desamarrando olas horribles.
Un hombre al borde de un cantil. Recuerdo.
No recuerdo. Los brazos
alzados hacia un cielo ceniciento.
El viento. El golpe de las olas
contra las rocas.
Un hombre al borde
de la muerte.
El mar.
El cielo, mudo. Ceniciento. El cielo.
Recuerdo. Oigo las olas.
El viento. Entre las sienes. No recuerdo.
Un hombre
al borde de un cantil, gritando. Abriendo
y cerrando los brazos.
Un hombre ciego.
Recuerdo. Alzó la frente. Un viento frío
le azotó el alma. No recuerdo. Veo
el mar.
Nado por dentro.
Avanzo
hacia una luz, hacia una luz. No veo.
Escucho
un silencio de yelo.
y braceo, braceo hacia la luz,
y tropiezo,
y braceo, y emerjo bajo el sol
¡oh júbilo!, y avanzo... y no recuerdo
más. Esto es todo cuanto sé. Sabedlo.


Imagen: Oles trencant a l'illot del cargol
David Falgàs

18/1/11

Les misérables III - Victor Hugo




Victor Hugo 
(Besançon, 1802 - Paris, 1885)


Les misérables (1862)
Texte en Français  y Español

Français

Livre deuxième: "La chute"

VIII. L'onde et l'ombre


Un homme à la mer !

Qu’importe ! le navire ne s’arrête pas. Le vent souffle, ce sombre navire-là a une route qu’il est forcé de continuer. Il passe.

L’homme disparaît, puis reparaît, il plonge et remonte à la surface, il appelle, il tend les bras, on ne l’entend pas ; le navire, frissonnant sous l’ouragan, est tout à sa manœuvre, les matelots et les passagers ne voient même plus l’homme submergé ; sa misérable tête n’est qu’un point dans l’énormité des vagues.

Il jette des cris désespérés dans les profondeurs. Quel spectre que cette voile qui s’en va ! Il la regarde, il la regarde frénétiquement. Elle s’éloigne, elle blêmit, elle décroît. Il était là tout à l’heure, il était de l’équipage, il allait et venait sur le pont avec les autres, il avait sa part de respiration et de soleil, il était un vivant. Maintenant, que s’est-il donc passé ? Il a glissé, il est tombé, c’est fini.

Il est dans l’eau monstrueuse. Il n’a plus sous les pieds que de la fuite et de l’écroulement. Les flots déchirés et déchiquetés par le vent l’environnent hideusement, les roulis de l’abîme l’emportent, tous les haillons de l’eau s’agitent autour de sa tête, une populace de vagues crache sur lui, de confuses ouvertures le dévorent à demi ; chaque fois qu’il enfonce, il entrevoit des précipices pleins de nuit ; d’affreuses végétations inconnues le saisissent, lui nouent les pieds, le tirent à elles ; il sent qu’il devient abîme, il fait partie de l’écume, les flots se le jettent de l’un à l’autre, il boit l’amertume, l’océan lâche s’acharne à le noyer, l’énormité joue avec son agonie. Il semble que toute cette eau soit de la haine.

Il lutte pourtant.

Il essaie de se défendre, il essaie de se soutenir, il fait effort, il nage. Lui, cette pauvre force tout de suite épuisée, il combat l’inépuisable.

Où donc est le navire ? Là-bas. À peine visible dans les pâles ténèbres de l’horizon.

Les rafales soufflent ; toutes les écumes l’accablent. Il lève les yeux et ne voit que les lividités des nuages. Il assiste, agonisant, à l’immense démence de la mer. Il est supplicié par cette folie. Il entend des bruits étrangers à l’homme qui semblent venir d’au delà de la terre et d’on ne sait quel dehors effrayant.

Il y a des oiseaux dans les nuées, de même qu’il y a des anges au-dessus des détresses humaines, mais que peuvent-ils pour lui ? Cela vole, chante et plane, et lui, il râle.

Il se sent enseveli à la fois par ces deux infinis, l’océan et le ciel ; l’un est une tombe, l’autre est un linceul.

La nuit descend, voilà des heures qu’il nage, ses forces sont à bout ; ce navire, cette chose lointaine où il y avait des hommes, s’est effacé ; il est seul dans le formidable gouffre crépusculaire, il enfonce, il se roidit, il se tord, il sent au-dessous de lui les vagues monstres de l’invisible ; il appelle.

Il n’y a plus d’hommes. Où est Dieu ?

Il appelle. Quelqu’un ! quelqu’un ! Il appelle toujours.

Rien à l’horizon. Rien au ciel.

Il implore l’étendue, la vague, l’algue, l’écueil ; cela est sourd. Il supplie la tempête ; la tempête imperturbable n’obéit qu’à l’infini.

Autour de lui l’obscurité, la brume, la solitude, le tumulte orageux et inconscient, le plissement indéfini des eaux farouches. En lui l’horreur et la fatigue. Sous lui la chute. Pas de point d’appui. Il songe aux aventures ténébreuses du cadavre dans l’ombre illimitée. Le froid sans fond le paralyse. Ses mains se crispent et se ferment et prennent du néant. Vents, nuées, tourbillons, souffles, étoiles inutiles ! Que faire ? Le désespéré s’abandonne, qui est las prend le parti de mourir, il se laisse faire, il se laisse aller, il lâche prise, et le voilà qui roule à jamais dans les profondeurs lugubres de l’engloutissement.

Ô marche implacable des sociétés humaines ! Pertes d’hommes et d’âmes chemin faisant ! Océan où tombe tout ce que laisse tomber la loi ! Disparition sinistre du secours ! Ô mort morale !

La mer, c’est l’inexorable nuit sociale où la pénalité jette ses damnés. La mer, c’est l’immense misère.

L’âme, à vau-l’eau dans ce gouffre, peut devenir un cadavre. Qui la ressuscitera ? 



Español


Libro segundo: "La caída"
VIII. La ola y el mar


¡Un hombre al mar!

¡Qué importa! El navío no se detiene por esto. El viento sopla; la sombría nave tiene un camino trazado, que debe recorrer necesariamente. Y pasa.

El hombre desaparece, luego reaparece, se sumerge y sale de nuevo a la superficie, llama, extiende los brazos, no le oyen; el navío, estremeciéndose bajo el huracán, continúa sus maniobras, los marineros y los pasajeros no ven al hombre sumergido; su miserable cabeza no es más que un punto en la enormidad de las olas.

Lanza gritos desesperados en las profundidades. Esa vela que se aleja parece un espectro. La mira, la contempla frenéticamente. Pero la vela se aleja, decrece, desaparece. Allí estaba él hacía un momento, formaba parte de la tripulación, iba y venía sobre el puente con los demás, tenía su parte de respiración y de sol, era un ser vivo. Ahora, ¿qué ha sucedido? Resbaló, cayó. Todo ha terminado.

Se encuentra sumergido en la monstruosidad de las aguas. Bajo sus pies no hay más que olas que huyen y se desploman. Las olas, rotas y rasgadas por el viento, le rodean espantosamente; los vaivenes del abismo le arrastran; los harapos del agua se agitan alrededor de su cabeza; una turba de olas escupe sobre él; confusas cavernas amenazan devorarle; cada vez que se hunde entrevé precipicios llenos de oscuridad; terribles vegetaciones desconocidas le sujetan, le atan los pies, le atraen; siente que se convierte en abismo, que forma parte de la espuma, que las olas se lo lanzan de una a otra; bebe toda su amargura, el océano traidor se encarniza con él para ahogarle; la inmensidad juega con su agonía. Parece que toda el agua se haya convertido en odio.

Pero lucha sin embargo; trata de defenderse, trata de sostenerse, hace esfuerzos, nada. Él, pobre fuerza agotada ya, combate contra lo inagotable.

¿Dónde está el navío? Allá, a lo lejos. Apenas visible en las pálidas tinieblas del horizonte.

Las ráfagas soplan; las espumas le cubren. Levanta la mirada y no ve más que la lividez de las nubes. Asiste, agonizando, a la inmensa demencia del mar. La locura de las olas es su suplicio, Oye ruidos extraños al hombre, que parecen venir de más allá de la tierra; de un lugar desconocido y horrible.

Hay pájaros en las nubes, lo mismo que hay ángeles por encima de las miserias humanas; pero ¿qué pueden hacer por él? Ellos vuelan, cantan y se ciernen en los aires, y él agoniza.

Se siente sepultado entre dos infinitos, el océano y el cielo; uno es su tumbo, el otro es su mortaja.

La noche desciende; hace ya horas que nada; sus fuerzas se agotan; aquel navío, aquella cosa lejana donde había hombres, ha desaparecido. Se encuentra solo en el formidable antro crepuscular, se sumerge, se estira, se retuerce, siente debajo de sí los vagos monstruos de lo invisible; grita.

Ya no hay hombres. ¿Dónde está Dios?

Llama. ¡Alguien! ¡Alguien! Llama sin cesar.

Nada en el horizonte. Nada en el cielo.

Implora al espacio, a la ola, a las algas, al escollo; todo ensordece. Suplica a la tempestad; la tempestad, imperturbable, no obedece más que al infinito.

A su alrededor, la oscuridad, la bruma, la soledad, el tumulto tempestuoso e inconsciente, el repliegue indefinido de las aguas feroces. Dentro de sí, el horror y la fatiga. Debajo de él, el abismo sin un punto de apoyo. Imagina las aventuras tenebrosas del cadáver en medio de la sombra ilimitada. El frío sin fondo le paraliza. Sus manos se crispan, se cierran y apresan la nada. Vientos, nubarrones, torbellinos, estrellas inútiles. ¿Qué hacer? El desesperado se abandona; quien está cansado, toma el partido de morir, se deja llevar, se entrega a su suerte, y rueda para siempre en las lúgubres profundidades del abismo.

¡Oh, destino implacable de las sociedades humanas! ¡Pérdidas de hombres y de almas en vuestro camino! ¡Océano en el que cae todo lo que la ley deja caer! ¡Desaparición siniestra del socorro! ¡Oh, muerte moral!

El mar es la inexorable noche social donde la penalidad arroja a sus condenados. El mar es la miseria inmensa.

El alma, naufragando en este abismo, puede convertirse en un cadáver. ¿Quién la resucitará?



15/1/11

Los miserables II - Victor Hugo


Victor Hugo 
(Besançon, 1802 - Paris, 1885)


Les misérables (1862)
Texte en Français y Español


Français


L’été passa, puis l’automne ; l’hiver vint. Ni M. Leblanc ni la jeune fille n’avaient remis les pieds au Luxembourg. Marius n’avait plus qu’une pensée, revoir ce doux et adorable visage. Il cherchait toujours, il cherchait partout ; il ne trouvait rien. Ce n’était plus Marius le rêveur enthousiaste, l’homme résolu, ardent et ferme, le hardi de la destinée, le cerveau qui échafaudait avenir sur avenir, le jeune esprit encombré de plans, de projets, de fiertés, d’idées et de volontés ; c’était un chien perdu. Il tomba dans une tristesse noire. C’était fini ; le travail le rebutait, la promenade le fatiguait, la solitude l’ennuyait ; la vaste nature, si remplie autrefois de formes, de clartés, de voix, de conseils, de perspectives, d’horizons, d’enseignements, était maintenant vide devant lui. Il lui semblait que tout avait disparu.

Il pensait toujours, car il ne pouvait faire autrement ; mais il ne se plaisait plus dans ses pensées. A tout ce qu’elles lui proposaient tout bas sans cesse, il répondait dans l’ombre : A quoi bon ?

Il se faisait cent reproches. Pourquoi l’ai-je suivie ? J’étais si heureux rien que de la voir ! Elle me regardait ; est-ce que ce n’était pas immense ? Elle avait l’air de m’aimer. Est-ce que ce n’était pas tout ? J’ai voulu avoir quoi ? Il n’y a rien après cela. J’ai été absurde. C’est ma faute, etc., etc.


Español

Transcurrió el verano, después el otoño, y vino el invierno. Ni el señor Leblanc ni su hija habían vuelto a poner los pies en el Luxemburgo. Marius no tenía más que un pensamiento: volver a ver a aquel dulce y adorable rostro. Lo buscaba sin cesar, y por todas partes; pero no hallaba nada. Ya no era Marius el soñador entusiasta, el hombre resuelto, ardiente y firme, el arriesgado provocador del destino, el cerebro que engendraba porvenir sobre porvenir, el espíritu joven colmado de planes, de proyectos, de altivez, de ideas y de voluntad; era un perro perdido. Cayó en una negra tristeza. Era el fin. El trabajo le repugnaba, el paseo le fatigaba, la soledad le aburría; la vasta naturaleza, tan llena en otros tiempos de formas, de claridades, de voces, de consejos, de perspectivas, de horizontes y de enseñanzas, estaba ahora vacía ante él. Le parecía que todo había desaparecido.

Continuaba pensando, porque no podía hacer otra cosa; pero ya no encontraba placer en sus pensamientos. A todo lo que éstos le proponían en voz baja, sin cesar, respondía en la sombra: "¿Para qué me sirve?"

Se hacía cien reproches: "¿Por qué la he seguido? ¡Era tan feliz sólo con verla! Me miraba; ¿es que eso no es inmenso? Parecía que me amaba. ¿No era esto lo que podía yo desear? He querido algo más, ¿qué? Nada hay después de todo esto. He cometido un absurdo; mía es la culpa, etcétera."

12/12/10

Los miserables - Victor Hugo

Victor Hugo (Besançon, 1802 - Paris, 1885)
Les misérables (1862)
Texte en Français y Español

Français
Livre cinquième - Excellence du malheur
Chapitre V - Pauvreté, bonne voisine de misère

De quel parti était-il? Du parti de l'humanité. Dans l'humanité il choisissait la France; dans la nation il choisissait le peuple; dans le peuple il choisissait la femme. C'était là surtout que sa pitié allait. Maintenant il préférait une idée à un fait, un poète à un héros, et il admirait plus encore un livre comme Job qu'un événement comme Marengo. Et puis quand, après une journée de méditation, il s'en revenait le soir par les boulevards et qu'à travers les branches des arbres il apercevait l'espace sans fond, les lueurs sans nom, l'abîme, l'ombre, le mystère, tout ce qui n'est qu'humain lui semblait bien petit.

  Il croyait être et il était peut-être en effet arrivé au vrai de la vie et de la philosophie humaine, et il avait fini par ne plus guère regarder que le ciel, seule chose que la vérité puisse voir du fond de son puits.

  Cela ne l'empêchait pas de multiplier les plans, les combinaisons, les échafaudages, les projets d'avenir. Dans cet état de rêverie, un œil qui eût regardé au dedans de Marius, eût été ébloui de la pureté de cette âme. En effet, s'il était donné à nos yeux de chair de voir dans la conscience d'autrui, on jugerait bien plus sûrement un homme d'après ce qu'il rêve que d'après ce qu'il pense. Il y a de la volonté dans la pensée, il n'y en a pas dans le rêve. Le rêve, qui est tout spontané, prend et garde, même dans le gigantesque et l'idéal, la figure de notre esprit. Rien ne sort plus directement et plus sincèrement du fond même de notre âme que nos aspirations irréfléchies et démesurées vers les splendeurs de la destinée. Dans ces aspirations, bien plus que dans les idées composées, raisonnées et coordonnées, on peut retrouver le vrai caractère de chaque homme. Nos chimères sont ce qui nous ressemble le mieux. Chacun rêve l'inconnu et l'impossible selon sa nature.


Español
Libro quinto - Excelencia de la desgracia
Capítulo V - Pobreza, buena vecina de miseria

¿De qué parte estaba? De parte de la humanidad. En la humanidad escogía a Francia; en la nación escogía al pueblo; en el pueblo escogía a la mujer. A ésta dirigía especialmente su piedad. Ahora prefería una idea a un hecho, un poeta a un héroe, y admiraba más un libro como el de Job que un suceso como Marengo. Y luego, cuando tras un día de meditación se iba por las noches a los bulevares, y a través de las ramas de los árboles descubría el espacio sin fondo de los resplandores sin nombre, el abismo, la sombra, el misterio, todo lo que es humano le resultaba pequeño.

  Creía, y tal vez con razón, haber llegado a la verdad de la vida y de la filosofía humana, y había terminado por no mirar casi más que al cielo, única cosa que la verdad puede ver desde el fondo de su pozo.

  Esto no le impedía multiplicar los planes, las combinaciones, los castillos en el aire, los proyectos para el porvenir. En este estado de meditación, si un ojo humano hubiera mirado el interior de Marius, se habría quedado deslumbrado por la pureza de su alma. En efecto, si hubiese sido dado a nuestros ojos de carne ver con la conciencia del prójimo, se juzgaría con más acierto a un hombre por lo que suena en su imaginación que por lo que piensa. En el pensamiento hay voluntad, pero no la hay en el sueño. El sueño, cuando es espontáneo, adopta y conserva, aun en lo gigantesco e ideal, la figura de nuestro espíritu: nada sale más directa y más sinceramente del fondo mismo de nuestra alma que nuestras aspiraciones irreflexivas y desmesuradas hacia los esplendores del destino. En estas aspiraciones, más que en las ideas compuestas, razonadas y coordinadas, es posible encontrar el verdadero carácter del hombre. Nuestras quimeras son los objetos que más se nos parecen. Cada uno sueña con lo desconocido y lo imposible según su naturaleza.

Traducción:
Aurora Alemany

5/12/10

Juicio final - Blas de Otero



Blas de Otero (Bilbao, 1916 - Madrid, 1979)
Juicio final

Yo, pecador, artista del pecado,
comido por el ansia hasta los tuétanos,
yo, tropel de esperanza y de fracasos,
estatua del dolor, firma del viento.

Yo, pecador, en fin, desesperado
de sombras y de sueños: me confieso
que soy un hombre en situación de hablaros
de la vida. Pequé. No me arrepiento.

Nací para narrar con estos labios
que barrerá la muerte un día de éstos,
espléndidas caídas en picado
del bello avión aquel de carne y hueso.

Alas arriba disparó los brazos,
alardeando de tan alto invento;
plumas de níquel. Escribid despacio.
Helas aquí, hincadas en el suelo.

Este es mi sitio. Mi terreno. Campo
de aterrizaje de mis ansias. Cielo
al revés. Es mi sitio y no lo cambio
por ninguno. Caí. No me arrepiento.

Ímpetus nuevos nacerán, más altos.
Llegaré por mis pies -¿para qué os quiero?-
a la patria del hombre: al cielo raso
de sombras ésas y de sueños ésos.


Imagen: Foto de una composición de 
Stéphane Pencréac'h
"La passion"
Exposición del Institut Français de Madrid

26/11/10

Rubaiyat II - Omar Khayyam



Omar Khayyam (Persia, 1048 - 1131)
Rubaiyat


Español

Mi nacimiento no trajo al mundo provecho alguno.
Mi muerte no disminuirá ni su esplendor ni su grandeza.
Nadie pudo jamás explicarme porque he venido
ni porque me iré.



Français
Ma naissance n'apporta pas le moindre profit à l'univers. 
Ma mort ne diminuera ni son immensité ni sa splendeur. 
Personne n'a jamais pu m'expliquer 
pourquoi je suis venu, pourquoi je partirai.


Català

El meu naixement no aporta a l'univers el mínim profit.
La meva mort no disminuïrá ni la seva inmensitat ni la seva esplendor.
Ningú m'ha pogut mai explicar perquè he vingut
ni perquè marxaré. 


Foto (Nice)
Auteur: Christian


21/11/10

L'enfance décide - J. P. Sartre



Jean-Paul Sartre (Paris, 1905 - 1980)
Les mots (1964)
Texte en Français, Català y Español

Français
Tout homme a son lieu naturel; ni l'orgueil ni la valeur n'en fixent l'altitude: l'enfance décide.

Català
Tot home té el seu lloc natural; ni l'orgull ni el valor en fixen l'altitud: la infància decideix.

Español
Todo hombre tiene su lugar natural; ni el orgullo ni el valor fijan su altitud: la infancia decide.

17/11/10

Juventud - Oscar Wilde



Oscar Wilde
El retrato de Dorian Gray

-¡Ah! Lord Henry, desearía que me enseñase usted a rejuvenecerme.
Él reflexionó un momento.
-¿Puede usted recordar algún gran error que haya usted cometido en sus primeros días, duquesa? -preguntó mirándola por encima de la mesa.
-Me temo que un gran número -exclamó ella.
-Pues cométalos de nuevo -dijo él gravemente-. Para volver a ser joven no tiene uno más que repetir sus locuras.

Más textos de Oscar Wilde aquí

2/11/10

L'homme est condamné à être libre - Sartre



Jean-Paul Sartre (Paris,1905 - 1980)
Texte en Français y Español


Français

L'existentialisme est un humanisme (1945)

Dostoïevski avait écrit : " Si Dieu n'existait pas, tout serait permis ". C'est là le point de départ de l'existentialisme. En effet, tout est permis si Dieu n'existe pas, et par conséquent l'homme est délaissé, parce qu'il ne trouve ni en lui, ni hors de lui une possibilité de s'accrocher. Il ne trouve d'abord pas d'excuses. Si, en effet, l'existence précède l'essence, on ne pourra jamais expliquer par référence à une nature humaine donnée et figée ; autrement dit, il n'y a pas de déterminisme, l'homme est libre, l'homme est liberté. Si, d'autre part, Dieu n'existe pas, nous ne trouvons pas en face de nous des valeurs ou des ordres qui légitimeront notre conduite. Ainsi, nous n'avons ni derrière nous, ni devant nous, dans le domaine lumineux des valeurs, des justifications ou des excuses. Nous sommes seuls, sans excuses. C'est ce que j'exprimerai en disant que l'homme est condamné à être libre. Condamné, parce qu'il ne s'est pas créé lui-même, et par ailleurs cependant libre, parce qu'une fois jeté dans le monde il est responsable de tout ce qu'il fait. L'existentialiste ne croit pas à la puissance de la passion. Il ne pensera jamais qu'une belle passion est un torrent dévastateur qui conduit fatalement l'homme à certains actes, et qui, par conséquent, est une excuse. Il pense que l'homme est responsable de sa passion. L'existentialiste ne pensera pas non plus que l'homme peut trouver un secours dans un signe donné, sur terre, qui l'orientera ; car il pense que l'homme déchiffre lui- même le signe comme il lui plaît. Il pense donc que l'homme, sans aucun appui et sans aucun secours, est condamné à chaque instant à inventer l'homme.

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Español

El existencialismo es un humanismo (1945)

Dostoievsky escribe: "Si Dios no existiera, todo estaría permitido." Éste es el punto de partida del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y en consecuencia el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni en fuera de sí una posobilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si en efecto la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar por referencia a una naturaleza humana dad y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que la oriente; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como lo prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre.

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